Las fotografías antiguas siempre me han causado mucho interés porque son pequeñas ventanas a una dimensión ahora inexistente en esta realidad, pero que en sí son universos atrapados donde la imaginación completa lo que el dispositivo no captura.
Hay un mundo oculto y memorias olvidadas en las fotos a blanco y negro donde espectros han sido encerrados y la desinformación del grano o envejecimiento del papel, son pistas vagas y fácilmente imperceptibles que hay que unir para entrar en la dimensión de lo inefable, descubrir la historia aún no contada de estas fotos desde el dibujo y darles un nuevo propósito.
Aby Warburg toda su vida luchó por hallar ese espíritu que habita entre las obras de arte antiguas y que aún se mueve en el subconsciente colectivo de los artistas e historiadores, una fórmula emotiva Pathosformel que desde escritos y ensayos visuales se dio a la tarea de atrapar, la ninfa.
Mi intención es construir aparatos que envuelvan la inmanencia de la fantasía que creo desde el dibujo y la escritura, evocar una memoria inventada, un sueño que apenas se recuerda, como García Márquez habla del pueblo de su niñez y del cual ningún registro visual completo perdura pero que habita en su obra en general, encendiendo nuestra imaginación para completar los fragmentos.
Hay un mundo oculto y memorias olvidadas en las fotos a blanco y negro donde espectros han sido encerrados y la desinformación del grano o envejecimiento del papel, son pistas vagas y fácilmente imperceptibles que hay que unir para entrar en la dimensión de lo inefable, descubrir la historia aún no contada de estas fotos desde el dibujo y darles un nuevo propósito.
Aby Warburg toda su vida luchó por hallar ese espíritu que habita entre las obras de arte antiguas y que aún se mueve en el subconsciente colectivo de los artistas e historiadores, una fórmula emotiva Pathosformel que desde escritos y ensayos visuales se dio a la tarea de atrapar, la ninfa.
Mi intención es construir aparatos que envuelvan la inmanencia de la fantasía que creo desde el dibujo y la escritura, evocar una memoria inventada, un sueño que apenas se recuerda, como García Márquez habla del pueblo de su niñez y del cual ningún registro visual completo perdura pero que habita en su obra en general, encendiendo nuestra imaginación para completar los fragmentos.

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